domingo, 12 de junio de 2016

EL PEOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO


Había oído hablar del tema en multitud de foros, pero nunca me lo tomé en serio. La simple idea era lo suficientemente demencial como para considerarla un bulo o una leyenda urbana. ¿Cómo se le pudo ocurrir a alguien un espectáculo semejante? Sin embargo, allí estaba en mi pantalla: la escena en la que un hombre de mediana edad, sin pensárselo dos veces, decapitaba a otro serrándole el cuello
con un alambre de espino...
Aquel era sólo el video favorito de la semana, una minucia en comparación con las carnicerías que integraban el ranking global de la página: cráneos reventados por bates de béisbol, torturas con trozos de vidrio, heridas de bala a bocajarro, desmembramientos a machetazos... Un catálogo de los horrores que incluía todo cuanto podía desear el más sanguinario de los psicópatas para satisfacer sus
necesidades.
No daba crédito a lo que contemplaban mis ojos, y la cantidad de “vistos” y “me gusta” no hacían sino confirmar mis temores iniciales: esa especie de Youtube en versión snuff gustaba... y mucho. Para tratarse de una web que no estaba al alcance de cualquiera, o al menos eso creía yo en un principio, las cifras allí reflejadas eran de lo más generosas. Cuánta gente disfrutaba sin reparos con el sufrimiento ajeno...
El colmo de lo macabro podía hallarse en un sistema de apuestas mediante el cual los usuarios, desde la seguridad y el confort de sus hogares, arriesgaban cantidades de dinero nada desdeñables.
El abanico de posibilidades era muy amplio, desde escoger caballo ganador en enfrentamientos entre cuatro o más individuos del que sólo podía salir uno en pie, hasta solicitudes de ejecución al más puro estilo subasta.
De pronto, reparé en que acababan de subir un nuevo video. En él, un tipo muy alto que ocultaba su rostro tras una máscara de Noh, asfixiaba hasta la muerte a una joven de buen ver con una bolsa transparente, y la expresión agónica de la muchacha se podía contemplar con claridad bajo el plástico
que le arrancaba la vida. Entonces noté la erección bajo mis pantalones. Acto seguido, hice click sobre el indicador de “me gusta”...

Israel Santamaría Canales (España)
Publicado en la revista digital Minatura 148

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