Vístete de colores juveniles
para alegrar mi ansia temblorosa,
que abaniquen tus alas cien abriles
de brisa, delicada mariposa,
y los sueños que rozan los añiles
broten con la frescura de una rosa.
Concédele el deseo a esta doncella,
ya que te liberé de tu botella.
El álamo que canta rumoroso
mecido por el viento en la campiña,
acune el sueño con su son piadoso
y conceda el amor a mi alma niña;
cúbreme con tu ritmo algodonoso
y que tu manto denso mi ser tiña,
devuélveme el verdor de mis anhelos
y remonta mi vuelo entre tus vuelos.
Que la tierra feraz con su mantillo
abone el resurgir de la frescura,
y su fuerza me empape con el brillo
que conduce al querer y a la locura.
Quiero nacer de nuevo, y por hatillo,
solo una muda limpia de ternura,
vencer las tropelías de este mundo
desde el amor más recio y más profundo.
Inmaculada Nogueras Montiel
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