Lima, la pobre… A ti llegamos, a ti te conocemos, a ti te sufrimos... Y si eres niña no sé, y no lo pregunto a nadie. Pero, eres bella, de pelos rizos, y negros ojos, y labios morados, y besos apasionados, al balcón, de aquella calle empedrada, y farol, eres perfume de rosa y jazmín, al grito pordiosero de la calle. Lima, la pobre… Rodeada, de muros, campos y ríos… y cimas peregrinas, casas coloridas y callejuelas pétreas… y arenales, chozas y silos… A ti te llegamos, a ti te conocemos, a ti te sufrimos… Y si eres mujer no sé, y no lo pregunto a nadie. Pero, eres coqueta, de pelo pintado, y lentes playeros, y pintalabios, y pantalones ajustados, a la alcoba, de aquella cama, y espejo de vidrio, eres dulzura de aroma, y beso, al canto triste de mamá… Lima, la triste… A ti llegamos, a ti te conocemos, a ti te sufrimos... Y si eres madre no sé, y si lo pregunto a la gente. Pero, eres triste, de cabello cano, y ojeras, y sin dientes, y vestida de andrajos, a la plaza, a la cocina y a la mesa mísera, al llanto párvulo de un niño tísico… Lima, la pobre… A ti llegamos, a ti te conocemos, a ti te sufrimos...
Manuel Ricardo Pizarro de los Santos
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