lunes, 25 de abril de 2016

EL VIENTO DEL NORTE Y LA BRISA DEL SUR


Fui el viento del tórrido norte que el destino,
quiso que buscara a la suave brisa del sur,
que en los albores de nuestras vidas, se buscaron,
con tesón, al llamado de nuestras almas puras,
entre nubes de buenos augurios, cincelamos con cariño,
un primer beso entre las flores y los Eucaliptos, en noche
apacible, te tomé en mis brazos, amada brisa del sur.

Amada mía no fuí de tu terruño, pero me cautivaste,
como me cautivó, ese padacito de azul cielo de Chicmo,
donde tus ojos, por vez primera vieron la luz, y en
atardeceres de mayo, supe lo que es amar, supe
de la gloria de tu amor, que me elevó a los cielos de Edén,
me miré en el remanso de tus inquietos y negros ojos,
y vi a mi alma en toda su dimensión.

Todavia la calidez de tus carnosos labios, habitan sin
olvidos en mi boca, y tus suaves dedos, aún los siento
vívidamente entre los poros de mi piel, que avivan y refulgen
como hoguera perenne tus cálidos recuerdos del ayer,
y entre nubes que llevan los tiempos, veranos que se suceden
por siempre, mis otoños, los vivo con tus remembranzas,
porque el grito de mi alma, el latir de mi corazón, no pudieron,
desprenderse de tus amores amada brisa del sur.

Yo sé que el tiempo endurece los recuerdos y el corazón,
con la consistencia del pedernal, y las décadas sumergen
los amores en el hondo foso de los olvidos, y si aún
así fuera, no entiendo amada mía, porque tenías que
dejarme tus avasalladores recuerdos, que se tatuaron
en todo mi ser, inundando mis sueños, mis alegrías y
también mis tristezas, porque todo lo que me rodea,
me recuerda a ti, en todas mis sendas, te tengo que recordar.

Entre las grietas de mi destino, en los pasos del caminar,
por praderas verdes como turquesa, así como por gredosos
y tenebrosos cañones, voy respirando tu alma, acariciando
con deleite cada uno de nuestros momentos donde me amabas
y yo te amaba, y hasta en el silbido del viento al azotar furioso
el pajonal, oigo repicar en mis oídos tu voz celestial, en cada
nube que cruza los picachos, veo la cauda de tu blonda y
negra cabellera de Diana, que azota las riveras de mi sentir.

Ya te he perdido y sin remedio, pero solo quiero que sepas,
pues si algún dia te enteras, entre los jirones del tiempo
que ya nos separa, si todavía aun me recuerdas, que has
caminado sobre el suelo mojado por mis lágrimas, para
cruzar la vereda de enfrente e irte de la mano del destino,
que tú escogiste y sin compasión te sumergiste allende
la noche de los tiempos, pues no de sabido nada de ti,
y solo deseo que la fortuna te haya alumbrado y la felicidad
sea tu fiel compañera; porque en mi pecho no habita el
rencor ni el despecho, porque tanto te amé y te sigo amando,
porque a este viento del norte, le diste tu amor en noche
apacible de mayo mi bien amada brisa del sur.

Azhydor Ozras Obrien -Perú-

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