Me incomodan los besos de fábrica o campana;
son de una misma trama, de idéntico sonido.
Opto por los modelos de técnica artesana,
hechos a la medida, con nombre y apellido.
Hazme un beso de barro, de mármol, de madera,
pero bien trabajado por tus manos de artista;
atavíalo de hambre, calor y primavera,
instálalo en tus labios, y ante mí te desvista.
Yazga entre ambos su aroma, su textura, su aliento;
sobre mi piel desnuda, gentil mariposee,
ya en su humedad, convulso, ya en su vigor, violento,
o en sus múltiples formas, audaz se balancee.
Lleve el temblor inédito del beso que iniciara,
estrenando tus labios, tu juventud de amante;
y la ansiedad del último, que el alma te quebrara
al ver en tu futuro tanta ruina humeante.
Mas no es tiempo de huellas ni presagios; es hora
de besar simplemente, con la vida en la mano;
esta vida instantánea, que no admite demora,
esta mínima nota vibrante en el piano.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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