Quiéreme así,
sin medidas, sin sosiego,
sin descanso para mi alma,
sin apartar nuestros oscuros ojos.
Sin separar nuestros blancos cuerpos.
Quiéreme así,
háblame de ti,
de la herida, de la fisura,
tus diez años atados
que dejó tu turbio pasado.
Quiéreme así
y abrázame con el sentimiento,
y con la certeza del último día,
el último minuto y los últimos segundos.
No dejes mi alma en vilo
vagando en la soledad de mi habitación.
Quiéreme así,
sin rencores, sin aspavientos,
sin espadas, ni de espaldas,
con la ilusión y la determinación
de la inocencia de un niño.
Quiéreme así,
sé flor flotante
en mi ánfora llena de licor,
dulce beso perenne en mis labios,
aire ácido que invade y sacia
mi reseca garganta.
Quiéreme así.
No me abandones más.
Quiero ser la cereza prisionera
que saboreas entre tus labios
en noches de luz de candelabros.
No me dejes con el corazón
tras la cortina de fuego devorador,
quiero tu lluvia
que me apaga la sed,
me sacia, me llena,
y afianza mis raíces
llenando de nuevos brotes
mi tejido vascular.
Guillem Senent.
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