A la lumbre de esbeltas velas blancas
en los confines de un pueblo de pescadores
en la cabaña de rústicas tablas
que guarda aletazos del mar tempestuoso
permanecí la noche gélida
presagiando desgarrones de rayos
bajo un vaho tibio
del fogón quemando troncos y crepitando murmullos
El cobre diluido de la bruja llama
tornasoló labios ardiente púrpura
boca embriagada exhalando arrullos
Pequeña urna fantástica
allí
espejeó líneas de perlas
e n cuyas lunas se agitaron ejércitos de antorchas
y bebí en jugos de odres míticos
el sueño fermentado
y tropezó mi alma con la quietud de risas
suspendiéndome en las profundidades de la muerte
Es la madrugada y el horizonte vela luces blancas
del fogón vuelan pavesas y ulula tibio el rescoldo
Se obliga a la mente a vivir en sufrimiento
y el amor, que en los intentos buscaba
halló, lo que parecía imposible:
descanso
Del libro En las cartas que leí de
OMÍLCAR CRUZ RESTREPO -Colombia-
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