Mandi, teme en el presente,
lo vivido en el pasado.
Se esconde de las caricias.
Atrapa. Atrapa. Atrapa.
Su ternura, me desnuda.
En su fina piel, mece mi mano.
Sus ojos recelosos miran al suelo.
Me contengo.
Algo, me dice que me acerque.
Dudo. Tiembla su cuerpo.
No huye. No escapa. No mira.
Mandi, se entrega.
Acurrucada en mis brazos
se olvida del látigo empuñado
cruzando su cara y del cobarde
enloquecido que pataleaba su
estampa.
Mandi, ya confía.
Mandi, ya me mira.
Mandi, ya olvida.
Consu Jimenez
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