Encumbramos dolores al cielo
reclamando cariños perdidos,
alzamos mil ruegos en sueños
para evitar el abismo de olvidos.
Que nos rocen manos piadosas
erizando árida piel que carece,
hace rato del sudor y sus gotas
bajo sábanas cuando amanece.
Exigimos al dueño del tiempo
que sin más acorte las horas,
que le robe a la luna su aliento
transformando la noche en aurora.
Que se cruce un alma errante
con la nuestra que sola camina,
que pretenda además un amante
porque lujurias también necesita.
Paradojas del corazón egoísta
implorando que alguien lo ame,
y cuando tiene amores en vista
oculta el suyo tras soledades.
Ramón Pablo Ayala (Argentina)
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