Se transformó, de blando inconveniente
en la ancestral vereda pueblerina,
en el adobe que predetermina
la rústica vivienda de su gente.
Y a más noble labor, más exigente,
que arte, primor y empleo compagina,
lo elevó su destino, y aún fascina,
a través de milenios, su exponente.
Ánforas, vasos, jarras, modelados
con diestra artesanía, y decorados
por manos, mentes, que al asombro inducen.
Frágiles obras de arte, que no pudo
obliterar el tiempo, y que con mudo,
mas vibrante lenguaje, nos seducen.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -In memoriam-
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