En el recreo de los niños, arena fina
y balón de cuero.
Frío de invierno seco y nieve
en momentos determinados.
En el recreo de los niños, los domingos
canta el silencio de la aurora solitaria,
entre la semana la voz que arrulla
se adueña del azahar
y de la amapola temblorosa del frío.
En el recreo de los niños
el tronco verde del entorno crea una atmósfera
por la que tú también aleteaste.
En el recreo de los niños
el corazón infantil juega
a la escena de las desapariciones
y en cualquier país,
a este juego se le llama escondite.
En el recreo de los niños
nace el primer beso y la luz uniforme
de un dios lejano y divino.
Dios existe si hay alegría.
No sabría columpiarme solo
en el recreo de los niños.
Ya no hay fuerza en los huesos.
Solo tú subes a mi columpio,
ven, estás en mi hogar también, hija,
contigo me columpio en la tempestad
de los mares,
sin ti, me muero,
no remonto el camino de los pesares,
a vida, sencillamente,
se hace sobrehumana.
En el recreo de los niños,
botas de fútbol y seda en las palmas
de las niñas que juegan a dar brincos
en cuadrados ocupados por letras
que ocultan falsas oquedades.
Yo hoy estuve con mi niña
en el recreo de todos los niños.
También yo era niño,
y en fila de a uno todos me seguían.
FERNANDO NOVALBOS SÁNCHEZ
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