De manera casual me he enterado
Soledad de tu muerte
y me he entristecido al recordar
una de tus poesías equívocas
y tu sonrisa al llegar a la conclusión.
También me acordé de tu apoyo
en mis comienzos y de tu presencia
en los primeros encuentros Azahar.
Tu verso era fresco, sencillo,
alegre, divertido, sorprendente,
además lo decías con una dulzura
que atrapaba al oyente.
Hoy Soledad al ver tu nombre
en el periódico he oído tu voz
recitando uno de tus poemas
y una triste sonrisa ha aparecido
en mi cara de ávido lector
de tus versos y de otros versos.
Soledad recitemos a dúo
un poema tuyo y luego uno mío.
Sería para mí todo un honor.
San Fernando se ha quedado
Soledad sin tu verso, sin tu risa,
pero a mi me quedó el sonido
inolvidable de tu poética voz.
JOSÉ LUIS RUBIO
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