Restauró su simplicidad de arena
y trató de entender los presagios
que anunciaron la vigilia.
Había inflamado los poros de la carne
pero las moléculas de existencia
resguardaron sus plataformas.
Latidos de furia voltearon el aire,
las estatuas cortaron su envoltura
hasta llenar de talco la mañana.
Las crónicas registraron el incendio
y en las calles arriadas de almas prisioneras
ninguno volvió a caminar como debía.
Victorio V. Suárez -Paraguay-
Publicado en la revista Archivos del Sur
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