El tiempo pasa absoluto
la deidad de lo inasible,
y a su paso deja ausencia
convertida en recuerdos.
Y me perdí por el pasado
tras la huella de su enigma,
allí donde hubo tanta vida
en tan estrecho margen.
Y no importa su camino
sino el tiempo que nos queda.
Sea cual sea la mirada
de sus entrañas sin imagen,
apreciar el sentido posible
de este lento declive.
La vida se suelta de amarras
y se eleva hacia lo alto,
el globo oculto en su sombra
atesora el cáliz del principio.
La ecuación del sutil viaje.
Quien diría que al final,
juntos y tras la muerte,
arrojados hacia el infinito,
ya no habrá más destierro.
Ricardo Miñana
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