Era la inmortalidad de la belleza,
de la seducción,
sus palabras eran cálidos abrazos
y su mirar el mágico beso
de amantes fortuitos.
Crecieron miles de ilusiones… con ella
imaginaba osadas aventuras de amor… ella
se convirtió en el perfecto oasis
que calmaría mi sed de pasión
… las horas y los días se arroparon de silencios,
mis ojos no la reconocían en la multitud…
fue el instante de una estrella fugaz.
Ese fue su adiós
Apresurado recorrí los espejos de los ríos
para rogarle a su adiós
… y dijeron que no la han visto jamás,
pregunté a los vientos musicales de arpegios sabaneros
y cantaron, que no la han visto jamás.
Los caminos borraron sus huellas,
angustiado pregunté al joropo
¡cantar de las esperanzas! para rogarle a su adiós
y solo dijo, que no la ha visto jamás
Grité a las estrellas, al eco de los turpiales…
también contestaron en coro,
la distancia, la soledad, el mar y los desiertos
… que no la han visto jamás.
Corrí a las selvas del kincay, árboles de la sabiduría
con flores de cristal… amigo no la hemos visto jamás.
Entre tormentas, soles y lloviznas
llegué a los infinitos,
sudé gotas de tristeza… cada tropiezo era un lamento
de mi corazón herido.
Exhalaba mis últimos alientos
para rogarle a su adiós
y el universo me dijo…
no haberla visto jamás.
Nos encontraremos de nuevo… lo se
¿Dónde? … en cualquier plan universal de amor
¿Cuándo? … cuando calmen las ráfagas los vientos
sobre mi lápida y le ruegue a su adiós.
ÁLVARO ÁLVAREZ ROJAS (aprendiz de poeta ) -Colombia-
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