martes, 6 de mayo de 2014

AQUELLA MAÑANA


Aquella mañana,
al inicio inevitable del día
sentí la pérdida de tu mirada,
al contemplar en el espejo
el vacío de mis ojos.

Aquella mañana,
de huecas caricias de palabras,
con el frío de la muerte,
con un silencio eterno,
que morían en un infinito
de silencios prolongados
asesinando mis oídos,
agonizando donde la muerte agoniza,
y Dios se hace cenizas.

Aquella mañana,
comprendí que no
hay cabida en la eternidad,
que nada es eterno
donde solo hay vacío.

Y mi corazón
se hace de piedra,
donde comienza
el invierno de la eternidad.

ETERNA SOLEDAD

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