Cabalgo arrinconado en el tiempo,
llorando los pocos sorbos de luz,
principiando los segundos a tientas,
mientras el polvo de la desidia,
insidiosamente me espanta el día.
De toda voz me arrepiento
y me oculto frío en el trasluz,
que todo me parece una afrenta
y mi voz se llena de envidia,
plena de experiencia y apatía.
Me encierro sin aspavientos,
rodeado de angosto paspartú,
para que el cielo no sienta
que mis manos en perfidia
desaparecen en los sótanos de la vida.
PACO VELÁZQUEZ -Cádiz-
Publicado en el blog ojosdeluna-pacovelazquez
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