Tristemente al llegar a la edad adulta es cuando si corremos con suerte, nos damos cuenta de cuánto pudieron ayudarnos o lastimarnos, aquellos en quien fuimos depositados para edificar nuestra vida.
Bien, se puede decir que los seres humanos somos un enjambre de vivencias, las cuales nos hacen bien algunas y mal otras tantas, se agazapan en nuestro interior y si no las resolvemos, nos hacen daño de tal manera que se sintomatizan en nuestro cuerpo físico.
La perfección de nuestras almas es susceptible a enfermar el cuerpo con esas vivencias agazapadas dentro, logrando de esa manera que el niño interno que nos habita , se esconda y no quiera salir a flote. La pregunta es: ¿Cómo llegamos a saber que es lo que ha enfermado esa luz interna de la que todos somos poseedores. La reflexión y los recuerdos de infancia que podamos sacar a flote, son muy importantes, soltar lo que no nos pertenezca, perdonar a quienes nos hayan lastimado y perdonarnos nosotros mismos por haber caído en ese abismo pantanoso. Lo resumiría en las palabras que escuche un buen día: "Lo siento, Perdóname, Gracias, Te amo" cada una es para dirigirlas a quien nos lastimó y a nosotros mismos... Lo siento (mi niño interno), Perdóname (alma y cuerpo, universo), Gracias( niño,alma, cuerpo, universo) Te amo (niño,alma,cuerpo, universo).
Y dejar ir todo... como en un suspiro y sonreír a la vida que nos resta. Lo siento, Perdóname, Gracias, Te amo.
Paty Rubio
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