martes, 20 de agosto de 2013

SECUELAS

Es cierto que hice el servicio militar en Melilla, que subí al Everest —sin bombonas de oxigeno y con vértigo—, que fui escolta en Iraq, que transporté dinamita por el Cañón del Colorado, que me infiltré en la mafia, que nadé entre tiburones, que despisté a los Escuadrones de la Muerte simulando estar muerto sobre un cadáver, que escapé desnudo de una sauna de homosexuales en celo… y hasta trabajé como chófer de la Pantoja con un Mercedes amarillo.  Pero eso no es nada, comparado al terror que me provocan  tus ojos de gata clavados en los míos tras decirme te quiero y no poder corresponderte por recordar las veces que me rompieron el corazón sonrisas con luz como la tuya.

Nicolás Jarque
Publicado en el blog escribenicolasjarque

No hay comentarios:

Publicar un comentario