lunes, 19 de agosto de 2013

PROMETEO

Tú me diste luz robada, Prometeo,
luz que sacia, luz que sabia conquistaba
en justa lucha mis anhelos, Prometeo,
de creer tan solo lo que veo.

Tu victoria concebida en mil derrotas
de otros tantos prometeos más serenos,
de pequeños caminantes y de ilotas
que zurcimos con dolor las alas rotas.

Tu victoria resurgió de mi esqueleto
la certeza de la duda que libera,
los dilemas con respuestas en el viento
y los versos más cobardes y sinceros.

Dominé las reglas verdaderas
con el fuego que me diste, Prometeo,
desechando para siempre las estrellas
de fulgores con rumores de apariencia.
Pasa el tiempo y no se aviva el fuego,
y las voces que clamaban llamaradas
se condenan a vivir en los infiernos
concedidos por arcanos sortilegios.

Pasa el tiempo y los miedos de bastardos
se hacen dueños de este suelo.
¿Qué fue del paraíso arrebatado,
de las playas que expectantes habitamos?

Te maldigo para siempre, Prometeo,
y contigo le maldigo a mi pereza,
te maldigo para siempre, Prometeo,
por mirar mis ojos a lo lejos.
Te deseo, mi buen hermano Prometeo
 tantas vidas como hormigas
y en alguna halles consuelo,
tanta fuerza como vidas
y una vida en cada sueño .

Gustavo González -Valladolid-

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