lunes, 12 de agosto de 2013

PERSEGUIDA

Corría apresurada
por el campo
huyendo de mis dolencias
que me atraparon.
Me siguieron los fantasmas
del pasado
aquellos que me mantenían
enjaulada.

Pasé por lugares inospitos
junto a cruces de muertos
olvidados
de cuervos sedientos de carroña.

Perseguida por la muerte
ya la desdicha.
Con el luto en mi vestido
sombrío de penas
y de llanto.

Las nubes, pesadas, negras
cargadas del odio y las envidias
se cernían sobre mí.
Y con el último aliento me frené
enfrentándome a mi cruel destino.

Altanera y soberbia
me quedé y sonreí.
Ya nada hubo que hacer
Oh destino cruel
soy tuya, ya te acepté.

Diana Chedel

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