jueves, 22 de agosto de 2013

MUERTE TEMPRANA

Sentada sobre tu lápida
rodeada de candelabros de plata
encendidas las velas
para tu nueva morada.

Comencé a rasgar mi violín
el Requién de Mozart sonó
con su melancolía sin igual.

Cuanta desdicha se encierran
en sus lúgubres notas
que con mi arco en sus cuerdas
hice sonar.

La amargura de una vida pasada
donde te fuiste sin despedirte.
Sin un saludo sin un te quiero
sin explicaciones, sin misivas, sin nada.

Mi vestido ya sin brillo
aquel con que te esperé
aquel atardecer en la capilla del pueblo
vestida de novia, pura y radiante
con un ramo de rosas rojas.

Aquel que se fue estropeando
con el paso del tiempo
igual que mi amor
tan trágico que murió
el día en que empezaba.

Allí yaces en esa tumba
fría y alejada
de la calidez de mis brazos
que la muerte temprana
te arrancó de ellos, sin piedad.

Y el rito de tocarlo
se repite todos los meses
cuando recuerdo aquel día
en que nunca llegaste
porque la muerte temprana
te llevó sin avisarme.

Diana Chedel

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