Qué pueden prometernos las vetustas
murallas,
la sumisión, el lento
tenerse de las ruinas?
Yo las veía siempre desde adentro
hasta que en mí la abeja, despertándose,
dijo:
-“Esta miel no es la miel”-
y desertó
de las flores con nombre.
Pero al dejar atrás los colmenares
tasados
(donde el árbol demuestra su razón
en el mango del hacha)
se perdió por el mar, el sumergido
pensamiento del mar
y las mareas
del sentido.
Hugo Padeletti -Argentina-
Publicado en el blog unadepoetas
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