sábado, 24 de agosto de 2013

ENREDO VIGÉSIMO OCTAVO

Había una rosa roja
en mi jardín marinero
que de tanto ver el mar
se enamoró de un velero.

El velero, chica amada,
ni siquiera la miró
y una penita muy grande
le nació en su corazón.

Lloró lágrimas de sangre
y se fue quedando blanca
de tanto amar al velero
que en las olas suspiraba.

Él estaba "enamorao"
de aquella mujer morena
que, cada tarde de mayo,
hundía un pie en la arena.

Del libro inédito Enredado en cantes de JOSÉ LUIS RUBIO

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