Se ausentan del reloj
las horas del desencanto
cuando a la luz se abre
el ronco rumor
de una renqueante desidia,
ese sonoro silbo anega
el espacio y desvía
miradas hacia los rincones
donde se reiteran adioses,
queda marcando
surcos en la piel
como huella del paso
de pretéritos dolores,
ahí quedan dormidas
angustias no resueltas,
en el oculto promontorio
en que se fingen los sacrificios
Leonilo Molina Ramírez
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