En esta cruel dicotomía que es la vida,
donde un imperio feroz nos crucifica,
hablar de paz no es fácil,
se me ocurre enredada en un cruel
paradigma de mentiras.
Y sin embargo la sueño, la deseo, la espero,
mientras garabateo un poema
-que sin dudas, no es bueno-.
Invento alguna triste melodía,
leo un diario y me indigno,
siembro flores, las riego,
venero a mis muertos e incentivo a mis vivos
a continuar su búsqueda,
a despejar la niebla que la blinda
en una fortaleza de oprobios.
Abrazo a algún anciano que encuentro en el camino,
recojo de la calle a un perro flaco
y herido.
Enseño a leer a un niño,
a la vez que le pido que nunca
se haga amigo del miedo
tampoco del silencio,
y de paso susurro que la paz no se busca
genuflexo o tendido,
Sino de pie. ¡Erguido!
Y en el contrasentido constante que es mi vida:
… hablo de PAZ y nombro
las noches estrelladas,
besando la sabanas y los ríos.
Nombro un fusil que estalla
en las entrañas
de la vergüenza, por la patria vulnerada.
Nombro a la PAZ que me demoran en entuertos,
mientras lloro a mis hermanos
encarcelados. Muertos.
Y me atrevo a gritar sin miedo, convencida,
que si la paz no se alcanza por las buenas,
yo prefiero ir a buscarla
¡Cómo sea!
Nechi Dorado -Argentina-
Publicado en la revista Arena y cal 213
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