miércoles, 6 de julio de 2016

¡AY MI ALGODONAL DEL ALMA!


Llevé a la soledad
junto conmigo,
para contemplar juntas
los bosques,
aun llenos de inocencia,
que dan,
descanso a mi alma cansada,
Sin embargo,
había tristeza
en los sombríos barbatuscos,
quejidos en los arrayanes,
devastados
por la dejación y el abandono,
y una cierta amargura,
en las errantes golondrinas.
¿Y que hay de vos,
mi Algodonal del alma?
Vas silencioso,
llevando entre tus aguas,
la tristeza y la agonía,
de irte muriendo
poco a poco y sin descanso.
Vas
liberando a los latales,
de su soledad, de su sequía,
y llevás entre tus aguas,
los recuerdos de años mejores.
Ya no rugís como antaño,
ya el remolino que asustaba,
en esa
Rinconada llena de recuerdos,
se ha marchado,
Ya tus aguas,
no corren con la misma fuerza,
y las piedras,
ésas tus compañeras eternas,
duermen serenas,
mientras tu llanto te enceguece,
!Ay mi Algodonal del alma!
¿Hasta cuando será tu tortura?
¿Cuándo entenderemos,
que solo en nuestras manos,
y con
corazones llenos de conciencia,
podremos salvarte?
¿Cuándo volverás
a rugir con la misma fuerza?
¿Cuándo volverás
a contar a los cafetales,
tus hermosas historias?
No te abandonés
en los oscuros bosques,
no dejés
que te atormenten los fantasmas,
mejor dejá,
que una vez mas,
lave mis pies en tus frías aguas.
!Ay mi Algodonal del alma!

Margoth Pérez A.

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