El tiempo me devuelve cada gesto
en que nos almibábamos ternura
para después perder la compostura
de ser cuerpo con cuerpo yuxtapuesto.
Y todavía bailo, por supuesto,
la música de estar en tu cintura,
el susto de perderme en la espesura
del bosque como rayo descompuesto.
Ahora que he llegado más al medio
camino de la vida, sigue ardiendo
este fogón eterno que encendimos.
Y sigues siendo natural remedio
a este mortal que en ti se va cayendo
desde la cama en que nos aturdimos.
Jorge García de la Fe
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