Sublimar la impensable razón
para elevar al oscuro cielo,
el deseo de obtener tus besos,
sin que ello me rompa el corazón,
y me arrastre a un abismo de hielo
donde los sentimientos son presos,
y mi alma perece en soledad,
despojar mi piel de todo perdón,
procurar miradas tras el velo,
y mostrarme a tu par, en los huesos,
desnudando mi pecho a la sazón,
sentir el calor tu piel que anhelo,
caer postrado a tus pies, confeso,
que sólo soy pluma y lealtad;
gritar a los ecos de las estrellas,
en el intento de rozar tu boca,
con mi boca en un beso interminable,
renunciando a las más altas doncellas
en el imaginario cruel que invoca,
deseo ardiente de amor afable,
para amarte en plena libertad,
navegar tormentas y centellas,
levantar la bandera que convoca
a todos mis sentidos, implacable,
arrastrar el fuego con que destellas
las aguas puras que mi alma provoca,
calmar la sed de amor inagotable,
y volar hacia las nubes y el mar;
recordar, al fin, las horas bellas,
donde el corazón ríe, y se equivoca,
sin que haya razón inapelable,
para cruzar las puertas que no sellas
y, entreabiertas, dan paso e invoca
a pasar al otro lado, inefable,
en la historia de nuestro ayer.
Angel L. Alonso
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