El día no se ha levantado,
que su habitación ha dejado,
todo para darse un baño,
que en ella no es extraño.
Le gustaba hacerlo a esas horas
para evitar miradas tentadoras,
que le hiciesen algún mal,
fuera de lo normal.
Iba acompañada,
por su escolta privada,
que era un perro decente,
al cual le acompañaba una serpiente,
un conjunto muy dañino,
si la asaltabas por el camino.
Cada día la misma excursión,
la radio, como diversión,
pero con un volumen adecuado,
sin levantarla demasiado,
pues eran horas de penumbra
donde el sol todavía no alumbra.
Se daba el baño en el río,
incluso cuando hacía frío,
regresando al hogar,
preparando algo de almorzar,
parándose en la panadería,
a recoger el pan de cada día
un pan de payés recién cortado,
con el olor de la leña
con la que lo habían preparado.
De regreso al hogar,
le pregunto el dueño,
que donde había ido a pasear,
cuando el resto tenía sueño,
a lo que respondió a recobrar energía
y recoger el pan del día,
que todavía está caliente,
y a su señoría,
le encanta mascar el diente.
Ante tan sólida respuesta,
ella estaba presta,
para preparar el almuerzo
cuando noto un poco de cierzo,
un viento que anunciaba,
una tormenta anticipada.
JAUME ALEGRE LASTERRA -Barcelona-
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