sábado, 22 de julio de 2017

SIN RIENDAS


A esa gente
que llora hasta el momento del sueño
les digo que vengan conmigo,
mi memoria está desnuda,
sin rostros luctuosos,
hoy he olvidado trasmitírselo al manuscrito.

Me gusta y admiro la ilusión,
las dudas de la mañana,
los vientos que enfundan el medio día
y la magia del grito de aliento de la noche.

Yo tuve un mal día
amputado entre huellas de besos,
donde mi piel inhóspita
cobró como tributo
el veneno engendrado en mis recuerdos.

Indagué y vi
que estaba equivocado,
un verso puede ser un asesino,
su sencilla ingenuidad
puede tejer en la claridad
del dolor de sus labios,
un arma sellada
que se abra paso al galope
reduciendo a polvo
el argumento que deprime su piedad.

Son eternos,
y el silencio del infinito
pigmenta con grandes zurcidos
nuestras alucinaciones.

A ratos sale de viaje,
como líder cargado de crisálidas
y en cada hueco negro,
separa sus ojos
y con manos anfibias
coloca pijamas a la memoria.

Ya tarde se van convirtiendo,
en nuestras muñecas,
en unos sensibles gemidos,
que por el tacto
despiertan el tiempo
satisfaciendo su paladar.

Tú, ven y mira,
antes de que tus palabras
como cálidas torturas,
entren en el puerto
enlutando el paraje,
ven, hoy baja por el río
abriendo puertas
con certeros pasos
una luz que dibuja en el aire
silabas que ven como extraño
el invierno del llanto,
ven, no te amenazan gérmenes
ni alas tendidas en la sombra,
hoy, de madrugada,
se ha arriado la vela
sobre el peso de mi carne,
ha creado al hombre
en su seno, sin riendas,
solo canta y pone de azahar
el temblor del aire.

Manuel Vílchez García de Garss

No hay comentarios:

Publicar un comentario