(A mis hijos)
Fui un fruto dehiscente
que se abrió a darte paso
y tu primer gemido
de libertad y vida,
repercutió en mi mente
en rara paradoja
de dicha y de placer.
Si me pides ahora
con denuedo la vida,
de nuevo yo gustosa
mi vida te daré;
aunque sólo me quede
ya mi último aliento,
te lo daré gozosa
en redoma, anhelante.
Trasegaré también
en el cristal más puro,
gota a gota el rubí
que por mis venas corre,
para insuflar de nuevo
la vida entre las tuyas,
y yo sabré que allí,
en cada poro tuyo
alentaré de nuevo.
Y si me dices: “Madre,
tu corazón yo quiero”,
diligente y feliz
del pecho arrancaré
el reloj que me mide
y palpitante aún,
lo pondré para ti
en bandeja de plata
porque sabré que así,
muriendo viviré…
Del libro “Brindis por un poema” de
Leonora Acuña de Marmolejo
Publicado en Pensamiento poético
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