La tarde de muchos besos, en la que quebró el sol,
entre el río y la hacienda antigua, ambos llenos de amor,
ahí besándonos a la sombra del sauce llorón,
tomamos lo que es nuestro en la plenitud de pasión.
Lloramos juntos a la hora en que nos dimos calor,
en que fuiste mía y tuyo fui hipando una canción,
cuervo con chiquilillo se liaban en discusión,
mientras mis labios comían braza de tu carbón.
Y se hundieron fuerte nuestros cuerpos en el amor,
que candidatos punibles chocaban en estruendor,
y nosotros nos perdimos el debate de horror,
por este amor candente que me dio respiración.
Jesús Guadalupe Morales -MÉXICO-
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