Entre el helio y el hidrógeno,
las rosas y las espinas,
tu alma de supernova
se fusionó con la mía
en una tierra remota
donde tú y yo, ¡suma dicha!,
ya por siempre y para siempre
fuimos una sola vida.
Entre el helio y el hidrógeno,
alegría de alegrías,
tú y yo, ya yo y tú, fuimos una
simple realidad divina
y por fin vimos a Dios,
y Dios por fin nos veía
y por fin y al fin supimos
que no hay saber sin poesía.
JUAN CERVERA -México-
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