En los pasillos de aquel colegio
con jóvenes alegres, sinceros y abiertos
su mirada tierna y dulce,
me hechizo sin arrepentimiento
diciente, directa, encantadora
me hizo prisionero, esencia de sus ojos negros,
deleite fascinante, soñando entre sus besos.
Su voz cálida y profunda, me acaricio,
como el viento rápido del fuego,
preguntó algo sobre la clase de baile,
sentir su voz era sentir sirenas en el aire
¡Oh! Su aroma de bosques húmedos,
trajeron recuerdos rápidos de infancia,
aroma de café, asados, pan horneado,
misterio de manantiales, cantos de aves silvestres,
sedujeron pieles de mi alma enamorada;
quería expresarle, todo lo que siento,
como las flores desinhibidas al viento,
estremecerla con mis brazos desnudos una eternidad.
El tiempo cómplice, interpreto señales de amor,
nos abandonamos en pasiones, una tarde de lluvias,
afectuosa en su sensualidad al amarnos,
hoy, mi compañera de versos viajeros,
en cada despertar nos reconocemos a besos,
apurando pronto el regreso de encontrarnos de nuevo.
Solo que vivir sin ella… no puedo.
Álvaro Álvarez Rojas -Colombia-
DE FACEBOOK - 6141 - ESPABILAR
Hace 17 horas
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