Dije quarks. ¿Y habrá algo más sencillo que hacer buenas migas con los quarks, entes aun más básicos que los leptones –constituidos éstos, como nadie ignora, por el electrón, el muón, el tau y los respectivos neutrinos--, dado que esos simpáticos quarks son dulces y vertiginosos (y hasta hoy, las partículas mínimas del Universo)? ¿O jugar a los naipes con alguna de las seis categorías de quarks, cada una de ellas con su correspondiente antiquark? Pero ojo, amigo lector, recuerda que los quarks –palabreja usada por James Joyce y aplicada a estas mini-partículas por Murray Gell-Mann, Premio Nobel de Física 1969– no se te aparecerán flotando como libélulas sino formando hadrones, discriminables a su vez en mesones y bariones. Si tenemos la precaución de recordarlo, todo marchará sobre qua… quiero decir, sobre ruedas. Y creo que he sido claro.
Jorge Ariel Madrazo -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas
viernes, 25 de octubre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario