Ella perdió la batalla. En una habitación pequeña las espadas se cubrieron de silencio. Ecos de ida y vuelta, vapores en círculos, rodando. Él perdió la batalla. En cualquier lugar del mundo está desnudo frente al ruido. La batalla estaba perdida desde el comienzo. Las flores lilas que besan, la sangre galopa en su ritmo, nubes imaginarias y gritos en el campo... Era una batalla que no se superaría sin lucha. Las municiones carnales no cedieron ante la razón. La razón tuvo la batalla perdida en todo momento. Las municiones carnales avasalladas por el corazón. Armas letales, las palabras. Huestes de banderas rotas e himnos olvidados. Quedan dos supervivientes: Ella. Uno conservó la cabeza, y el otro, un pecho incendiado. Ambos marchan en desgarro hacia la distancia que los pueda reconciliar, tan frágiles, los amantes. Varado su peso en esa levedad del que respira boca abajo.
BEATA FÉNIX
Publicado en el blog beatafenix
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