lunes, 26 de agosto de 2013

REENCARNACIÓN

A media luz.
Sin flores, ni lágrimas, ni palabras de ocasión.
Solo.
Unas mecánicas manos enguantadas en látex acomodan con desgano la sábana blanca, colocan la tapa y ajustan las clavijas. Cierran el cajón.
Atrapado en lo oscuro, abro los ojos.
No hay túnel.
Ningún sonido arrullándome.
La boca quieta.
Las manos secas.
Nada.
Sólo este olor espeso, como de líquido amniótico, que sin prisa lo va inundando todo y yo que busco a tientas la otra salida, la nueva, la que me devolverá a la vida una vez más. Una vida que acaso tenga aroma a jazmines o a nardos o aunque sea a esas nomeolvides que crecen en el bosque entre la mala hierba.
Pujo. Me abro camino. Se expande el hueco que me permitirá salir de la caverna.
¿Hay alguien ahí?, intento preguntar. Sólo llanto y la luz que encandila y un arrullo y el aire en los pulmones y la grata caricia de unas manos que ríen, más acá del gran dolor, inventando las flores para vestir el día.

Fernando Andres Puga -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas


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