miércoles, 14 de agosto de 2013

LA PRISIÓN

Me despierto cercado por barrotes. Del otro lado, un hombre me observa, me ofrece comida y promete que me tratara bien mientras no haya quejas. Siento allí un temor paralizante. No era así la libertad que imaginaba anoche, mientras mi madre me sugería independizarme. Por ende, hago todo lo posible para que el hombre no enfurezca. Si estoy triste, disimulo ocultando la cabeza. Pero cuando él se acerca, hago de cuenta que nada malo sucede y hundo mi pico contento en el recipiente del alpiste.

MARTÍN GARDELLA
Publicado en el blog livingsintiempo

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