viernes, 23 de agosto de 2013

LA ESPALDA

Hay mañanas como tesoros
en las que me encanta mirarte a los ojos.

Cada vez que te quitas y pones las gafas
como si una zarza ardiente quemara tu inercia.

Cada vez que te sulfuras con un gesto
embarullado
aprendido en brazos de Morfeo.

Cuando te quejas de molestias en el alma
por las rendijas de un espejo te odian.

Como un tic nervioso,
yo,
miro tus ojos,
aunque tu espalda sea todo lo que se de ti.

GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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