miércoles, 7 de agosto de 2013

KIMONO

Llevas la gracia, en tu menudo paso,
de la flor del cerezo en primavera,
y en tu fragilidad de cristalera
se reflejan la aurora y el ocaso.

Mi dulce geisha, al rellenarme el vaso
de sake embriagador, mi alma pondera
el sereno ritual de tu manera
y tu kimono en suavidad de raso.

Y mucho más allá de ambos me extiendo,
hasta donde tal vez vibra el estruendo
de un aislamiento a punto de explosión.

Quebranta, aunque tan bella, esta fachada.
Deja gritar al alma enamorada
cada complicidad, cada intención.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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