La realidad se cae a pedazos. El caos comienza a volver lentamente. Empezó con un atardecer de cinco lunas, un sol fofo y una tierra haciéndose algodón. Siguió con las personas transformándose en otras cosas, en hadas, en centauros, en escorpiones galácticos. Y empeora. Cada día que pasa cuesta más reconocer las ciudades, los caminos, la cultura. La única chance que tenemos es escapar. El único lugar seguro que queda es el Sueño. Ya tenemos listas las hipnonaves. Ojalá no sea demasiado tarde.
Esteban Moscarda -Argentina-
Publicado en la revistas Ficciones Argentinas
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