la noche se hace día,
la pena golpea al aire,
y el silencio llora escondido en una esquina.
Dale una copa al gitano
para que no deje de cantar.
Dale una copa al gitano
para que rompa a bailar.
Dale una copa y quédate quieto
oyendo el lamento que escapa de su cuerpo.
No te muevas. Quédate donde estás,
con la copa en la mano,
y no interrumpas la copla
que, enredándose en el aire,
a una gitana buscará.
Suena la guitarra, suena y resuena,
haciendo más pena la pena,
cortando el humo del cigarro
en finos hilillos blancos.
No enciendas otro cigarro. Quédate quieto
en la silla de mimbre
y deja a la guitarra desgranar
rítmicamente su sonoro llanto.
Dale una copa al gitano,
dásela ya,
para que siga llorando
por siguiriya o soleá.
Del libro inédito Enredado en cantes de JOSÉ LUIS RUBIO
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