sábado, 3 de agosto de 2013

EL NIÑO Y LA FLAUTA

Miraba el gato, en placentera escucha,
el ritmo hermoso, del niño que tocaba,
la serenata del fin de la jornada,
bella plegaria, del que en su vida, lucha.

Aquella flauta lloraba con sus notas,
y en el ambiente pasión se respiraba,
y el parroquiano sensible se paraba
para mirar al dueto, que encantaba.

Ya se va el niño, final de la jornada,
unos le piden, que de la del estribo,
el niño busca en su mente el repertorio,
deja su flauta…. mi mente enamorada!!!

DARWIN I. FLORES

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