sábado, 3 de agosto de 2013

COSTA RICA Y PANAMÁ

(Artículo de 1921)

     De que la Liga de las Naciones está triunfando en su magnánima labor de pacificación universal, ninguna prueba mejor que la que nos ofrecen Panamá y Costa Rica. Estos dos pueblos se han distinguido siempre por sus hábitos de paz: ninguno de los dos tiene ni siquiera eso que no le falta nunca a ninguna de nuestras repúblicas hispanoamericanas: un buen ejército de más coroneles y generales que soldados. No tendremos escuelas y hospitales, pero eso sí, soldados no nos faltan nunca. Bastó, sin embargo que los dos buenos y mansos vecinos --Costa Rica y Panamá-- se hicieran miembros de la Liga de Naciones, para que un humo bélico les trastornara la cabeza y les empujara a entrarse a golpes. No; hay que hacerle justicia a la Liga: allí donde ella pone la mano, no tarda en florecer... una de pendencias, gatuperios y cataclismos, que no hay más que pedir. ¡Y pensar que hay todavía maldicientes por ahí que consideran a la Liga como el chiste más monumental que han visto los siglos!
     ¿Y por qué pelean, después de todo, Costa Rica y Panamá? Por lo de siempre: por asunto de tierras. Precisamente por lo que tienen de sobra. Precisamente por lo que constituye el mal básico de ambos pueblos: el exceso de territorio en contraste con lo exiguo de su población. Cuando debieran estar buscando quién se apiadara de ellos y les librara de una buena porción de esa tierra que no pueden labrar ni poblar, y que, por consiguiente, tiene que ser, en vez de un bien, una carga... ya lo veis: salen a pelearse hasta morir por unos metros de más o de menos.
     Nosotros los que escribimos esta revista nos sentimos tan vinculados, por un grato y hondo recuerdo, con los panameños y costarricenses, quienes tan hospitalaria e hidalgamente nos trataron siempre, que no podemos ser indiferentes a la suerte que les espera a unos y a otros, si a tiempo no abren los ojos y se dan cuenta de que... mientras la tierra no sea propiedad de todos, sino de unos pocos, debemos dejarles a esos pocos el trabajo de pelearse por ella. ¿No es de ellos todo el jugo? Pues que de ellos sea también el honor de defenderlo.

Publicado en el blog nemesiorcanales

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