miércoles, 14 de agosto de 2013

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Nada tan solitario
Como almorzar a solas
A mitad de la jornada de trabajo
Para, tras la comida,
Seguir trabajando.
Comer y beber
Sin poder hablar con nadie.
El único entretenimiento
Al que puedo recurrir
Para paliar esta soledad
Que me acompaña a la mesa
Junto al pan y al plato
Es a observar
A las jóvenes camareras del lugar
Cómo, embutidas en sus
Pantalones vaqueros,
Marcando sus curvas,
Se contonean raudas y veloces,
Sin casi dejarse ver al pasar,
Atendiendo todas las mesas
A una velocidad de vértigo,
Repletas de trabajadores como yo,
Inmersos en una animada conversación
Porque el resto de ellos
No está comiendo solo,
Pero he decidido no hacerlo
E invertir el poco tiempo del que dispongo
En apaciguar y saciar mi estómago
En lugar de mis ojos.

Del libro Versos di-versos de DANIEL GRANADO PULIDO -Cádiz-

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