Dentro del lienzo mi desnudez se conjuga en colores,
surco el envés de mi mirada y no pretendo vislumbrar
cómo se precipita el chorro azul mar
sobre la vacía cuenca del ojo que brama hielo.
Por noches acharoladas se deslizan bulbos gelatinosos
entubados en un desliz de repetitivos ocasos
que enturbian rojizos la pechera del durmiente
que jamás quiso acudir al patíbulo del alba.
Sobre un grumo de óleo navego informe,
untado mi sexo de vaga ancla amarilla
remoloneando en las estrías que labró el pincel.
La muerte ya no es lacra que interfiera,
apenas pesa el cuerpo, ni fijación de idea,
solamente un rectangular colorido derramado,
libérrimo y único ante todas las miradas.
MANUEL JESÚS GONZÁLEZ CARRASCO
DE FACEBOOK - 6136 - HACE OCHO AÑOS
Hace 2 horas
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