miércoles, 11 de julio de 2012

TRAS LA BLANCA GARGANTA DE LA MUERTE


Como un escalofrío interminable,

temprano, sentí un susurro roto

tras las cortinas de la esperanza

un llanto dolido

vació las cuencas de sus ojos,

para morir en sus brazos,

un viernes roto,

como cualquier otro,

un hachazo cíclico
la acercó a ese anochecer ignoto.


Entre parpadeos volatilizados
y caricias angostas y fatuas,

lívido y minúsculo puso coto,

infructuosamente,

a alcanzar cualquier lugar remoto.

Publicado por PACO VELÁZQUEZ en su blog ojosdeluna-pacovelazquez.blogspot.com

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