Yo te recuerdo, querida
con un inmenso cariño
que como el amor de un niño
cuando falta, deja herida.
Y nos queda nuestra vida
con añoranza y con pena
como playa sin arena
o como río sin agua,
como sin hierro la fragua
de dolor el alma llena.
Tu presencia me alegraba,
parecía todo un sueño
que no tiene amor ni dueño
pero cuando despertaba
allí siempre te encontraba
y con sólo tu mirada
incluso a veces, airada
alumbrabas mi camino
mi ilusión y mi destino
a pesar de estar callada.
Ricardo Aguado. España
Publicado en la revista Oriflama 17
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