La muchacha que juega al billar
con el taco en las manos se inclina sobre la mesa
dejando descender su tanga transparente:
Dos nalgas doradas iluminan el salón
donde tres viejos admiramos la escena
y en un rincón, indolente,
su novio, quizás hasta orgulloso
bebe un trago de su clara cerveza.
En “Un transeúnte cualquiera” – inédito - 2008 Domingo Alfonso Jovellanos, Cuba - 1935
Publicado en la revista Isla Negra 316
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